Mi Olympus Trip 35
La Olympus Trip 35 fue mi primera cámara analógica tras 17 años sin disparar un sólo carrete. Fue una casualidad que llegase a casa: yo llevaba un tiempo con curiosidad por comprar una cámara vintage y en Photolari publicaron un reportaje sobre este modelo, lo cuál suscitó algunos comentarios en su canal de Telegram. Un compañero del canal encontró en Wallapop una que tenía pinta de funcionar y la compré. Estaba en muy buen estado estético y, aparentemente, el fotómetro de selenio le funcionaba.
Tras disparar un carrete de prueba quedé convencido de que la cámara iba bien. Es increíble que lo haga después de 40 años, desde luego estas cámaras estaban hechas para durar.
La mayor pega de esta máquina es la fotocélula de selenio que tiene alrededor del objetivo. Este componente es lo que le permite medir la luz de una escena sin pilas, lo cuál es una ventaja (no tener que preocuparse de las pilas) y una desventaja a la vez: no se puede reparar y, al tratarse de una cámara automática, una vez estropeado el fotómetro su uso pierde toda la gracia, aunque tiene un modo manual que está pensado para usarse con flash, siempre a la velocidad de 1/40 segundos (lo que la hace difícilmente utilizable en modo manual sin flash). Por Internet circulan vídeos explicando cómo forzar la cámara a disparar a 1/200 segundos en este modo aunque creo que, si el fotómetro no va, no debe poderse usar este truco.
El funcionamiento de la cámara es muy simple: apuntas a lo que quieres fotografiar, giras la rueda de enfoque del objetivo a la posición que quieres y disparas. El enfoque dispone sólo de 4 posiciones (1 metro, 1 metro y medio, 3 metros e infinito), representados con el dibujo de una, dos o tres personas, y unas montañas (paisaje), por lo que dependemos de cómo de buenos seamos estimando las distancias,aunque yo sólo he tenido problemas con el enfoque a la mínima distancia, dado que, con la velocidad del obturador tan baja, normalmente la cámara va a cerrar bastante el diafragma para conseguir exponer correctamente. Además dispone de bloqueo de exposición si pulsamos el disparador hasta la mitad, bastante útil en condiciones complicadas de luz. Curiosamente el exposímetro no se apaga nunca ya que en modo manual la cámara protege de la sobreexposición: si detecta que hemos elegido una apertura demasiado grande la cerrará hasta el valor que ella considere adecuado.
El objetivo es un Zuiko 40mm f2.8 que tiene fama de ser muy nítido y, desde luego, a mí me lo ha parecido. Pongo unas cuantas fotos de muestra del par de carretes que he disparado con ella:
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